41- Adrenalina.

Recuerdo como si fuera ayer el día que llegaron de madrugada.

Eran alrededor de las 6 de la mañana.

Durante toda la noche estuve pendiente del teléfono, habíamos quedado cerca del Palace, en la carretera, me recogerían allí y les llevaría a casa, nuestra nueva casa.

Mi marido, el niño y Fada nuestra Bobtail venían en coche, les seguía un camión con todos los muebles y trastos de la que había sido nuestra casa toda la vida, no eran unas vacaciones era para siempre.

Reconozco que para mi marido fue muy difícil, creo que no llego a superarlo nunca, el era una persona popular y conocida donde vivíamos, tenia infinidad de amigos, nuestra casa estaba siempre llena de gente, era una persona hiper activa, siempre con ideas de negocios geniales que poner en marcha, y siempre rodeado de gente.

En Alicante no conocía a nadie, ni nadie le conocía a el.

Para el niño no lo fue tanto, tenia ocho años entonces, y no le costo ni un día hacer amigos al día siguiente de llegar ya conocía a todos los niños de la urbanización.

Me tome unos días de vacaciones para enseñarles la ciudad y colocar todas las cosas en su sitio.

Les encantó igual que a mi, y mi marido nunca me dijo lo que le costaba vivir en el anonimato de una ciudad que no le conocía de nada, ni siquiera por ser mi marido ya que por mi trabajo Abril era una chica sin pareja y su mujer solo unas pocas horas al día.

Lo que nos hizo mas llevadera la llegada a la ciudad fue que en ese momento habíamos tenido una gran entrada de dinero, no se si ya he comentado antes que mi marido además de organizar eventos y dirigir la agencia de espectáculos... dos o tres veces al año hacia un viaje con un amigo suyo con el que conpartian un velero a Sudamerica, evidentemente no era un viaje de placer aunque lo pareciera, no hace falta decir que los viajes eran mas que rentables, y el dinero que se gana fácil se gasta fácil.

Y así pasemos mi mes de vacaciones gastando compulsivamente, comprando de todo para nuestra nueva casa, una moto para cada uno, un coche nuevo, comiendo y cenando en los mejores restaurantes.

Tantas veces le dije que no hiciera mas esos arriesgados viajes...

Hasta que comprendí que no lo hacia solo por el dinero, si no por que el subidon de adrenalina que le producían, mas o menos la misma que me producía a mi la vida de mi alter ego.