37- Diferente

Cuando terminaron los fuegos artificiales, y el cielo quedó a oscuras me sorprendí abrazada a el, me besó en la frente, las mejillas, los labios.

-Vamos, tienes que volver.

No quería marcharme, aun no, pero no dije nada, y así en silencio y sin soltarnos de la mano en todo el camino volvimos al Palace, me dejó en la puerta, nos despedimos con dos besos tímidos, y le di las gracias, había sido una velada genial.

Entré mientras veía como el coche se alejaba.

Me sentía bien, me gustaba lo que había sentido, aunque solo hubiera sido un momento y ya se hubiera esfumado, renovada y con mas ganas, volví a ponerme mi ropa de guerra dispuesta a comerme el mundo.

¿A quien quería engañar?

-¿Donde has estado? Me acribillaron a preguntas mis amigas.

Mientras relataba mi velada, Luis el camarero empezó descorchar una botella de Möet Chandon.

-Es para ti.- Me dijo.

-¿Para mi?

- Si, de parte de Enrique. Me dijo señalando la otra punta de la barra.

Sonreí, le miré y vi su sonrisa, esa sonrisa que me había encandilado un rato antes.

Me levante y fui hacia el, me cogió de la mano acercándome hacia el para decirme al oído:

-No había llegado a casa que ya tenia ganas de volverte a ver.

Hasta ese momento no fui consciente de que me pasaba lo mismo.

-Me encantaría que vinieras a dormir conmigo, pero me gustas demasiado, y no quiero que pienses que soy como los demás, y que solo quiero follar contigo.

-Yo también quiero dormir contigo esta noche, y si no quieres hacer nada conmigo, pues mala suerte para mi, me aguantaré.

El volvió a pagar, yo volví a vestirme, y me fui con el.

Estuvimos parte de la noche hablando y bebiendo vino, cuanto mas hablaba con el, cuanto mas vino bebía, mas a gusto me sentía, le miraba y deseaba tocarle, besarle, abrazarle.

Yo veía el deseo en sus ojos, y ya no podía mas, utilicé todas mis armas de seducción, hasta que se decidió.

Me cogió de la mano y me llevó a su habitación, nos besamos desatando la pasión contenida durante la noche.

Nos quitemos la ropa con prisas tirandonos sobre la cama mientras sus manos recorrían mi cuerpo, yo notaba su excitación entre mis piernas, uf!! ya no podía mas, quería sentir su dureza dentro de mi, y cuando mas excitada estaba, deseando que me penetrara y me hiciera el amor, se retiró y me apartó.

-No, no, no puedo hacerte el amor, no me parece bien, me gustas mucho y quiero respetarte como mereces.

En un primer momento me dio rabia.

¿Me estaba diciendo que no quería hacer el amor conmigo?

¿De que respeto me estaba hablando?

Me había dicho un rato antes que toda su familia y el hasta hacia poco eran del Opus, ¿Tenia algo esto que ver con sus costumbres y creencias?

No entendía nada de nada, pero me calmé, y hasta me sentí alagada por su "respeto", me abrazó, me besó en la frente y nos quedemos así dormidos.

Cuando me desperté no estaba, una rosa y una nota reposaban a mi lado en la almohada:

"Buenos días Princesa, estas tan bonita dormida".

Me levanté y me duché, en la mesa del salón me esperaba el desayuno, café, tostadas que estaban ya frías, mermelada de fresa, un zumo de naranja, una rosa y otra nota:

"Me hubiera gustado desayunar contigo",

Desayuné tranquilamente, mirando a mi alrededor los detalles de la casa, que la noche antes me habían pasado por alto.

Un piso alto en el paseo marítimo, un piso de hombre, sin detalles femeninos, algunas fotos de niños, los suyos supongo, me había dicho que tenia tres, a los que no veía mucho por que vivían en Madrid.

Me vestí, a la nota del desayuno añadí: "A mi también" y mi numero de teléfono, me marché, pensando que no le volvería a ver, un cliente mas, diferente a los otros, pero un cliente mas.